La compasión de Jesús hacia los enfermos y las numerosas curaciones realizadas por él son una clara señal de que con él había llegado el Reino de Dios y, por tanto, la victoria sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte. Con su pasión y muerte, Jesús da un nuevo sentido al sufrimiento, el cual, unido al de Cristo, puede convertirse en medio de purificación y salvación, para nosotros y para los demás.
¿Cómo se comporta la Iglesia con los enfermos?
La Iglesia tiene un sacramento específico para los enfermos, instituido por el mismo Cristo y atestiguado por Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor» (St 5, 14-15).
¿Quién puede recibir el sacramento de la Unción de los enfermos?
– Cualquier enfermo grave.
– Aquel que tenga que ser intervenido quirúrgicamente.
– Mayores de 65 años que vean deteriorada su salud por la vejez.
– El mismo fiel lo puede recibir también, si se produce un agravamiento de la enfermedad o bien si se presenta otra enfermedad grave. La celebración de Este sacramento debe ir precedido, si es posible, de la confesión individual del enfermo.
¿Cuáles son los efectos de este sacramento?
El sacramento de la Unción confiere una gracia particular, que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo, por su bien y por el de toda la Iglesia, otorgándole: fortaleza, paz, ánimo, el perdón de los pecados, si el enfermo no ha podido confesarse.
Además, este sacramento concede a veces, si Dios lo quiere, la recuperación de la salud física.